miércoles, 7 de abril de 2010

Bushido, el camino del guerrero.

¡Ya era hora! Esta es la frase que más se me vendrá a la cabeza cuando lea esta entrada, una vez terminada. Y es que hay que ver lo que ha costado ponerse delante del ordenador y pararse a pensar un poco...Pero bueno, royos y lamentos aparte toca comenzar el cuatrimestre, aunque sea con incertidumbre por el incidente que conocemos y que espero que se resuelva lo mejor y lo antes posible. Casi en la misma línea en la que se fue el anterior éste viene lleno de sorpresas. Violencia y artes marciales. Cómo canalizar la ira e intervenir con personas violentas a través de la "lucha", o al menos, esa era la idea y lo que esperaba encontrar era algo parecido a ésto:



Analizando la teoría del budo, el trasfondo no se diferencia de esto, aunque cierto es que no está explicado de la mejor forma, y es que como bien dice este "Hermano mayor" de la cadena Cuatro, poner a personas con este tipo de conductas tan agresivas (no dudo que en este caso, acrecentadas por la presencia de cámaras y de otros agentes externos) en estados de ira tan extremos pueden llevar a situaciones que no cualquier persona puede manejar. Aunque, el fin, no es más ni menos que intentar canalizar la ira para no dañarse a uno mismo, ni a los demás, pero sobre todo, trabajar la empatía y ponerse en el lugar de la otra persona, de como puede llegar a sentirse, de qué puede pensar.
Para que a esta forma de emplear las artes marciales esté completa y se desarrolle de la manera más óptima hay que profundizar en la filosofía del Budö que complementa el desarrollo de la práctica de las artes marciales con un conjunto de normas éticas, filosóficas y espirituales, similar (aunque por supuesto, guardando las distancias) con el código de Bushido que seguían los samuráis en el Japón feudal. Dentro de esta filosofía, la realidad se explica por la complementariedad de los elemenos positivos y negativos en la esencia del ser humano y de la naturaleza: el Ying (la quietud y el recogimiento) y el Yang (la acción y la expansión), de lo que surge los dos elementos mencionados del Budö la meditación que entrena el Ying y las artes marciales que preparan y ayudan a controlar el Yang, haciendo que ambas, inevitablemente, convian entre sí. En esta forma de meditación, olvidada siempre cuando se habla de artes marciales, se requiere el conocimiento del cuerpo y la respiración, el manejo de las emociones en diferentes situaciones, la estabilidad del pensamiento, y la sincronización con el movimiento exterior, la empatía y la introspección.
Como vemos es en esta nueva opción que se nos abre en el mundo de las artes marciales, es donde podemos hacer práctica nuestra intervención con personas que presenten problemas de agresividad y control de impulsos. Los maestros de kung-fu nos presentaron además, una teoría que nos ayuda a comprender cómo los aspectos negativos del Yang pueden transformarse y canalizarse en aspectos positivos del Ying, exponiendonos la "Teoría de los cinco elementos" o Wu Xing, aplicados a las artes marciales (ya que se puede aplicar a diversos ámbitos de la vida).

Los cinco elementos son: madera (木, mù), fuego (火, huǒ), tierra (土, tǔ), metal (金, jīn) y agua (水, shǔi). La teoría describe los ciclos de generación (生, shēng) y de dominación (克, kè) entre ellos.

Según el ciclo de generación, la madera nutre el fuego, el fuego forma tierra "dando lugar a cenizas", la tierra forma la base del metal, el metal se contiene en el agua, el agua hidrata la madera. Además el ciclo de dominación establece que la madera retiene la tierra, la tierra contiene el agua, el agua apaga el fuego, el fuego funde el metal y el metal corta la madera. Cualquier cambio en algún elemento del ciclo provoca, inevitablemente, cambios en otro elemento del mismo, por lo que modificando cualquiera de ellos se puede modificar otro u otros a su vez. Pero, ¿cómo nos ayudan estos elementos a entender cómo tratar estas conductas agresivas?

Bueno, cada elemento lleva explicito una serie de valores algunos tan vanales para nuestro objetivo como que a cada elemento le pertenece una estación del año, un sabor o un punto cardinal. Pero también representan emociones, positivas y negativas, y cada elemento está ligado a cada uno de los dos aspectos de este Ying y Yang, de esta forma, cambiando un sentimiento negativo, modificando algún elemento, se puede transformar en una emoción positiva, fruto de esta alteración. Las emociones ligadas a cada elemento se reparten de la siguiente manera:

  • Madera. EMOCIONES POSITIVAS: Flexibilidad, creatividad.
EMOCIONES NEGATIVAS: Cólera, ira, estrechez de miras
  • Fuego. EMOCIONES POSITIVAS: Alegría, apertura, claridad mental
EMOCIONES NEGATIVAS: Falta de alegría, aislamiento, desconcierto
  • Tierra. EMOCIONES POSITIVAS: Estabilidad, realismo, caracter razonable
EMOCIONES NEGATIVAS: Obsesión, preocupación, duda, perfeccionismo
  • Metal. EMOCIONES POSITIVAS: Raciocionio, confianza plena, sentido de la justicia
EMOCIONES NEGATIVAS: Tristeza infinita, incapacidad de "soltarse"
  • Agua. EMOCIONES POSITIVAS: Voluntad, humildad, corage
EMOCIONES NEGATIVAS: Miedo, desánimo.

De esta forma, siguiendo el ciclo de transformación, trabajando por ejemplo el desánimo, se puede transformar en creatividad. Esta visión positiva del ser humano, del dualismo que llevamos implícito, es perfecta para la intervención social porque aboga por la reinserción y por la reforma de las personas. No acepta que haya personas malas por naturaleza (ojo, ni buenas) simplemente existen personas que comenten actos buenos o malos y que todo acto malo puede transformarse en uno bueno, si se trabaja de forma adecuada. En el caso de los senseis, siguiendo la senda del Budö. En el caso de los profesionales de la intervención social, la empatía, el autocontrol, la autoestima y un largo etcétera de habilidades sociales que hagan que las personas sean autosuficientes a la hora de resolver sus problemas, porque tengan las herramientas y habilidades para lograrlo.
Partiendo de esta base, los maestros de las técnicas de Budö nos desmitificaron el Kung-fu, alejándose de la idea de violencia que cine, televisión, libros o comics reflejan y que todos recordamos, aunque como en todo, haya excepciones (se me vienen a la cabeza imágenes de Jackie Chun metiendose por recovecos intenatando no golpear a sus oponentes, aunque siempre terminara con hostiejas buenas...), siempre bajo la óptica de la idea de "puedo golpearte y, aún así, no lo hago". Eso es para mí el veradero poder, aun sabiendo que tienes la capacidad para resolver tus problemas con violencia, imposiciones u órdenes, recurres al dialógo o a cualquier otra forma de resolución de conflictos, de la índole que sea, y en el vídeo de "Hermano Mayor" refleja un elemento que me parece muy, muy importante. Las artes marciales (como el rugby, que también aparece en ese mísmo episodio anteriormente) son deportes de caballeros. Dentro del tatami (o del campo) se reparten a diestro y siniestro, pero al final como el propio Pedro García (el "hermano mayor") dice "lo que pasa en el campo, se queda en el campo". Toda esa supuesta violencia tiene un sentido siguiendo la senda del guerrero, la senda del Budö y no es la autodefensa. Como nuestro particular Maestro Splinter comentó, las personas que siguen esta senda del Budö no tienen como fin preservar su vida, sino LA vida. Conocernos a nosotros mismos para conocer a los demás y así poder respetarnos, mirarnos en el espejo como Po, el protagonista de Kung-fu Panda, y reconocernos a nosotros mismos tal y como somos, entendiendo nuestras imperfecciones y reconocer que siempre se puede cambiar.

Me imagino que habrá quedado patente, mi gran satisfacción con el seminario, pese a no ser exactamente lo que esperaba, mucha más acción, aunque también creo que precisamente por eso, porque he entendido por qué no la había, adentrándome en esta nueva filosofía (nueva, para mí, claro está).
De nuevo, un saludo y hasta pronto!